La Revolución
Industrial
EL cambio
que se produce en la Historia Moderna de Europa por el cual se desencadena el
paso desde una economía agraria y artesana a otra dominada por la industria y
la mecanización es lo que denominamos Revolución Industrial.
En la
segunda mitad del siglo XVIII, en Inglaterra, se detecta una transformación
profunda en los sistemas de trabajo y de la estructura de la sociedad. Es el
resultado de un crecimiento y de unos cambios que se han venido produciendo
durante los últimos cien años; no es una revolución repentina, sino lenta e
imparable. Se pasa del viejo mundo rural al de las ciudades, del trabajo manual
al de la máquina. Los campesinos abandonan los campos y se trasladan a las
ciudades; surge una nueva clase de profesionales.
Esta
revolución viene a ser un proceso de cambio constante y crecimiento continuo
donde intervienen varios factores: las invenciones técnicas (tecnología) y
descubrimientos teóricos, capitales y transformaciones sociales (economía),
revolución de la agricultura y al ascenso de la demografía. Estos factores se
combinan y potencian entre sí, no se puede decir que exista uno que sea
desencadenante.
Las enormes
transformaciones económicas que conocerá Europa (comenzando estos cambios Gran
Bretaña) a partir del siglo XVIII modificarán en gran medida un conjunto de
instituciones políticas, sociales y económicas vigentes en muchos países desde
al menos el siglo XVI que suelen denominarse como El Antiguo Régimen. El nombre
fue utilizado por primera vez por dirigentes de la Revolución Francesa en un
sentido crítico: los revolucionarios pretendían terminar con todo lo que
constituía ese Antiguo Régimen.
2. El
antiguo régimen
Política y
sociedad
En cuanto a
la política la forma del estado durante el Antiguo Régimen es la Monarquía
Absoluta
El rey considera que su poder es de origen
divino (Dios ha delegado en él) y, por tanto, ilimitado (sólo responden ante
Dios). Los monarcas absolutos concentran en sus manos el poder legislativo, el
ejecutivo y el judicial, mandan sobre el ejército y todas las instituciones del
estado. El estado en su conjunto (incluyendo sus habitantes-súbditos) no son
sino una propiedad personal del Rey.
Las
sociedades del Antiguo Régimen se caracterizan por tener una población
estancada, sometida periódicamente a las llamadas crisis de subsistencia, Texto
y que aún no han conocido la revolución demográfica que hará crecer la
población europea a ritmos nunca antes conocidos. Se trata de una sociedad
formada por grupos muy cerrados: la sociedad estamental.
La sociedad
estamental se caracteriza por la desigualdad legal entre los diferentes grupos
sociales o estamentos. De un lado distinguimos el grupo de los Privilegiados,
constituidos por la nobleza y el alto clero, que poseían enormes riquezas
provenientes de las rentas de la tierra y gozaba de exenciones fiscales
-estaban excluidos del pago de varios impuestos-, eran juzgados según leyes
distintas a las del pueblo, y se reservaban los cargos más importantes del
ejército, la iglesia y el estado.
De otro lado
tendríamos al estamento no privilegiado (o tercer estado), que no era un grupo
nada homogéneo, pues cabían en él, desde ricos comerciantes y banqueros (que
nada envidiaban a la nobleza en cuanto a riqueza) hasta el más humilde de los
campesinos, pero que tenían en común el hecho de ser quienes sostenían
económicamente el país con su trabajo, y el estado con sus impuestos. El tercer
estado constituía habitualmente 9/10 de la población, de ellos la mayoría
campesinos pobres.
La economía
Las
economías tienen una fortísima base agraria: dos tercios, incluso tres cuartos
de la población se ocupan de tareas agropecuarias. Se trata de una agricultura en general
caracterizada por su bajísima productividad, por estar dirigida al autoconsumo
(el campesino piensa fundamental en alimentarse directamente el mismo y sus
familias con el producto de sus tierras) y no a la comercialización, y por la
utilización de técnicas y herramientas que apenas han conocido cambios en
varios siglos: la utilización del arado romano sigue siendo general en casi
toda Europa y el mantenimiento del barbecho (dejar sin cultivar cada año un
tercio o la mitad de las tierras para que esta recupere sus nutrientes) en la
rotación de cultivos como técnica de
fertilización de las tierras.
Además en
muchas zonas se conservan estructuras del llamado régimen señorial típicas de
la Edad Media: muchos campesinos en teoría hombres libres, debían sin embargo
pagar impuestos a su señor (normalmente algún gran propietario de la zona con
un título de nobleza o algún cargo eclesiástico) en forma de pagos en moneda,
en especie (una parte de la cosecha) o personal (trabajando gratis durante
varias jornadas en las tierras del señor). Además estos campesinos debían
aceptar la autoridad judicial del señor y estaban obligados a utilizar
(pagando) el molino o el lagar, e incluso a pedir su autorización para casarse.
Todavía en el siglo XVII en muchas zonas de Europa esos campesinos tenían
prohibido moverse de sus tierras y buscar otro trabajo, obligación que
heredaban sus hijos. Sin embargo este sistema señorial se había debilitado con
la peste que diezmó la población europea desde fines del siglo XIV : los
señores debieron "aflojar" la presión sobre los campesinos. En los
siglos XV y XVI, con la mayor circulación monetaria muchos campesinos cambiaron
sus obligaciones por pagos en dinero.
Además las
monarquías absolutas recortaron el poder de los señores, en especial su
capacidad para ejercer justicia y cobrar impuestos. De esta manera, mientras en
algunos países del este de Europa el régimen señorial sigue vigente de lleno,
en Gran Bretaña ya casi ha desaparecido, lo que es considerado por muchos
historiadores como favorable para la modernización de la agricultura y de la
economía en general que se producirá en este país a partir el siglo XVIII.
Esta
economía agraria atrasada convive en muchas zonas con un importante desarrollo
urbano y comercial dinamizado por los grandes descubrimientos geográficos pues,
desde mediados del siglo XV, exploraciones portuguesas y castellanas
revolucionan el conocimiento geográfico y científico en general, incorporando a
la cultura europea nuevas tierras, mares, razas, especies animales y
vegetales... Primero serán las costas africanas, luego el descubrimiento de
América, posteriormente las tierras del Pacífico, de forma que a finales del
siglo XVIII apenas quedaban por descubrir el interior de África y las zonas
polares. Pronto algunos países europeos construirán enormes imperios coloniales
basándose en su superioridad técnica (armas de fuego) que servirán,
inicialmente, para animar el comercio europeo con inmensas cantidades de oro y
plata (monedas) y ya desde el siglo XVIII se incorporan enormes plantaciones de
tabaco y azúcar, que junto al comercio de especias y a la trata de negros,
servirán para enriquecer enormemente a las burguesías mercantiles de algunos
países europeos.
Pero este
panorama de cambios hay que matizarlo,
destacando, por ejemplo, la pervivencia de los gremios dentro de las
actividades artesanales: los trabajadores de cualquier sector artesanal en una
ciudad (zapateros, tejedores, alfareros...) estaban obligados a formar parte de
una organización, el gremio, que controla toda la actividad que se desarrolle
en esa ciudad, de manera que las mercancías fabricadas en otros lugares no
puedan entrar en su ciudad. El gremio fijaba de una forma rígida horarios,
precios, salarios, herramientas, número de trabajadores por taller..., e
impedían cualquier avance técnico u organizativo que pudiese dar ventaja a unos
talleres sobre otros. Por estas razones los nuevos regímenes liberales
prohibirán la existencia de gremios como organismos incompatibles con economías
basadas en el progreso tecnológico continuo que deriva de la competencia y el
libre mercado.
El comercio
encontraba numerosos obstáculos a su desarrollo como eran la existencia de
multitud de aduanas interiores o la mala calidad de los transportes terrestres
que sólo mejorarán con la construcción de los primeros ferrocarriles.
3. Factores
de la revolución industrial
La
denominada Revolución Industrial tuvo su origen en Gran Bretaña desde mediados del
siglo XVIII. Uno de los aspectos más discutidos del estudio de este proceso
radica en la explicación de por qué tuvo lugar primero en Gran Bretaña y no en
otros países.
Factores
políticos
Un régimen
político estable, la monarquía liberal, que desde el siglo XVII es el sistema
político imperante (mientras en otros países de Europa se refuerza la monarquía
absoluta), y que se mantiene libre de las revoluciones que aquejan a otros
países europeos.
La
existencia de una moneda estable y un sistema bancario organizado: el Banco de
Inglaterra fue creado ya en 1694. Estas condiciones no se darán en otros países
europeos hasta finales del siglo XVIII.
Factores
sociales y económicos
Abundancia
de capitales, procedentes, en parte, del dominio comercial británico, pues
desde el siglo XVII la marina mercante británica en dura competencia con los
holandeses se ha hecho con el control de buena parte de los intercambios
comerciales de otros continentes con Europa. El comercio de productos como el
te o el tabaco, y el tráfico de esclavos, había permitido la creación de
enormes fortunas, en manos de comerciantes y banqueros. Este comercio colonial
proporcionaba a Gran Bretaña materias primas y mercados donde vender sus
productos manufacturados.
Incremento
sostenido de la capacidad para producir alimentos por parte de la agricultura
británica que está conociendo un importante desarrollo, la denominada
revolución agraria, desde la aprobación
de leyes que permiten el cercamiento de las propiedades.
Existencia
de una abundante mano de obra. La población británica crece a gran ritmo a
causa fundamentalmente de los cambios en la agricultura: el suministro
constante y creciente de alimentos va terminando con las crisis demográficas.
Parte de esa población en crecimiento emigrará a las ciudades y formará la masa
de los trabajadores industriales.
La mayor
libertad económica a causa de la debilidad relativa con respecto a otros países
de organismos como los gremios que suponían un freno a cualquier innovación en
las actividades industriales. No es casual que fuese un británico, el escocés
Adam Smith, autor de La Riqueza de las Naciones, quien hiciese la más destacada
e influyente defensa de la libertad económica: para Adam Smith la mejor forma
de emplear el capital para crear riqueza es aquella en la cual la intervención
de los gobiernos es lo más reducida posible. La mano invisible del mercado
asigna siempre de la forma más eficiente los recursos económicos de un país.
Factores
geográficos
En las proximidades de las minas de carbón se
concentrará gran parte del potencial industrial británico en especial con el
nacimiento de una fuerte industria siderúrgica básica para proporcionar metales
baratos para la construcción de máquinas, ferrocarriles, infraestructuras.
La energía
hidráulica desempeñará un importante papel en los años previos a la difusión de
la máquina de vapor.
El factor
"insular": abundancia de puertos que facilitan el comercio nacional e
internacional. Este factor unido a la existencia de muchos ríos navegables (y
canales que se construirán) favoreció la creación muy temprana de un mercado
nacional con las ventajas que supone contar con un mercado de gran tamaño a la
hora de acometer inversiones.
4. El mundo
rural
La reforma
agraria y la revolución agrícola
A partir del
primer tercio del siglo XVIII, los sistemas de explotación tradicional fueron
modificándose como consecuencia de la aparición paulatina de innovaciones
técnicas y de cambios en la distribución de la propiedad. Estas novedades se
experimentaron por primera vez en el este de Inglaterra (en el condado de
Norfolk) y se difundieron después a los países de mediterráneos, las
innovaciones fueron más tardías y consistieron, sobre todo, en una mejora,
diversificación y ampliación de los regadíos.
La
sembradora de Jethro Tull (17301 permitía ahorrar semillas y mano de obra. La
segadora de Mackormirck (1830), tirada inicialmente por caballos, realizaba el
trabajo equivalente de un elevado número de personas provistas de las
tradicionales hoces y guadañas. La trilladora de Turner (1831) quitaba el
trabajo a decenas de jornaleros, separando eficazmente la paja del grano. Su
introducción en los campos ingleses provocó en la década de los treinta una
serie de revueltas campesinas que, entre otras ocasiones, llevaron a la destrucción
de estas máquinas.
El conjunto
de innovaciones perjudicó notablemente a los campesinos, sobre todo a
jornaleros y pequeños propietarios. Suprimidas las zonas comunales de pastos,
reducido el bosque, incapaces de hacer frente a la competencia de las máquinas,
sus posibilidades de subsistencia eran mínimas. En muchos casos, la única
solución posible era la venta de propiedades a los terratenientes y el éxodo
rural hacia las ciudades, es decir, su proletarización. Éste fue el precio de
la modernización de las explotaciones.
La figura
del propietario se asimilo a la de un empresario rural (burguesía agraria) al
invertir en la compra de tierras, la mecanización o la mejora de los terrenos,
como por ejemplo el drenaje de zonas pantanosas. El resultado fue el aumento de
la producción (rendimiento) y la
productividad (menor número de trabajadores y mayor volumen de cosecha), la
especialización de los cultivos, cuyo precio se abarato notablemente, y la
orientación de la producción hacia el mercado, en lugar del autoabastecimiento
tradicional.
Maquinismo y desarrollo industrial
Uno de los
elementos sustanciales de la mecanización y modernización industrial fue la
aplicación de un nuevo tipo de energía: el vapor, cuya producción requería
carbón. La máquina de vapor del escocés James Watt (1782) se convirtió en el
motor incansable de la Revolución Industrial.
El sector
algodonero
La
introducción de máquinas automáticas, movidas por la fuerza expansiva del va
por, para la fabricación industrial se produjo por primera vez en Inglaterra,
en el sector textil del algodón En los años anteriores a la Revolución
Francesa, ya se ha habían puesto a punto las principales innovaciones que
afectaron a las dos operaciones básicas del sector: hilado y tejido.
El hilado de
lana o algodón se había realizado hasta entonces con la rueca. En 1764 la
"Jenny", de Heargraves, desarrollaba un mecanismo aprovechando el
movimiento de una rueca, accionada mediante una manivela, para obtener
simultáneamente varias bobinas de hilo, con lo que se multiplicaba la
producción. La "waterframe" de Arkwnght (1769), sustituía la energía
humana por la hidráulica. La rueda que accionaba la máquina se movía como una
hélice, impulsada por un chorro de agua.
El
desarrollo de la hilatura del algodón estimuló la modernización del telar.
Los talleres
artesanales no reunían las condiciones necesarias para albergar las máquinas.
Éstas se concentraron en grandes naves destinadas exclusivamente a la
producción: las fábricas.
La industria
algodonera fue el primer sector en el que se invirtieron los capitales
obtenidos en el comercio y la agricultura. Además, dio lugar a la mecanización
industrial, cuyos efectos positivos y negativos se dejaron sentir rápidamente.
Sin embargo
la supervisión de los telares automáticos, para lo que no se requería fuerza,
pasó a ser realizada por niñas, cuyas pequeñas manos podían desenvolverse bien
para limpiar y engrasar entre los engranajes de las máquinas. Los salarios que
se les pagaba eran mucho más reducidos y las jornadas más largas, a la vez que
el ritmo de trabajo era marcado por las pausas obligatorias de la máquina. El
sonido de la sirena fue otra de las aplicaciones de la máquina de vapor.
La industria
algodonera sirvió de motor para el desarrollo de la industria química:
blanqueado (lejías, detergentes a base de cal y sales), tinturas, fijadores, no
ya de origen vegetal o animal como se utilizaban anteriormente, sino a partir
de combinaciones de elementos minerales tratados convenientemente.
La
Revolución de los transportes: el ferrocarril, el barco de vapor y el
desarrollo siderúrgico
El
ferrocarril, es decir, los vagones que circulaban sobre unas vías de hierro,
eran utilizados ya en el siglo XVIII para la extracción minera.
En 1825
Stephenson aplicó la maquina de vapor capaz de desplazarse (locomotora) como
fuerza de tracción para arrastrar estos vagones
que antes eran tirados por caballos y personas. La idea de desplazarse
así por vía terrestre supuso la aparición del ferrocarril moderno, como medio
de transporte para mercancía personas.
El
ferrocarril permitía transportar materias pesadas con una rapidez antes
impensable de 32 a 40 Km. (debemos tener en cuenta que 40 Km. era la distancia
que solía recorrer un caballo en una jornada). La revolución de la velocidad
acorto extraordinariamente el tiempo de los desplazamientos y permitió
vertebrar el comercio interior, escasamente desarrollado hasta entonces. El
volumen de los intercambios se multiplicó.
La fuerza
del vapor se empleó también en la navegación. Los navíos se van acorazando con
hierro o, incluso, se fabrican totalmente de hierro, lo que permite aumentar el
tonelaje y la velocidad. No obstante, durante todo el siglo los nuevos barcos a
vapor coexistían con los grandes veleros ("clippers").
La aparición
del ferrocarril y del barco de vapor estimuló extraordinariamente la demanda de
hierro. La fabricación de vías, locomotoras, vagones y barcos disparó
definitivamente la industria siderúrgica. Además, la siderurgia y la aplicación
del vapor a la industria incrementaron las necesidades de carbón. Su
explotación masiva abarató el precio, con lo que se fue extendiendo para el uso
doméstico (cocinas y calefacción). Las innovaciones introducidas a lo largo del
siglo XVIII se realizaron en dos campos: la mejora de la combustión en el
carbón y la mayor calidad del producto final en el hierro.
6. Cambios
Sociales
Aunque la
industrialización va a producir enormes transformaciones en la sociedad
británica como el crecimiento de la llamada clase burguesa, o el éxodo rural
producto de la revolución agraria, sin embargo quizá los dos fenómenos sociales
más dignos de estudio sean el espectacular crecimiento demográfico y el
nacimiento de una nueva y masiva clase trabajadora formada por los obreros de
las nuevas industrias.
La
industrialización va a provocar un crecimiento de la población sin precedentes
en la historia de la humanidad conocido como la Revolución Demográfica. Los
cambios en la industria, la agricultura y los transportes produjeron un aumento
espectacular de la riqueza (que se traduce fundamentalmente en una mejor
alimentación) que se reflejó en un crecimiento notable de la población que
servirá para multiplicar los habitantes de Europa en muy pocos años e incluso
para poblar con emigrantes otros continentes.
La
disminución de algunas de las más temibles epidemias que habían azotado Europa
durante siglos, ciertas mejoras sanitarias e higiénicas ( como el
descubrimiento de la primera vacuna por el doctor Edward Jenner en 1796 que
protegía contra la viruela) y, sobre todo,
una mejor alimentación con el fin de las crisis de subsistencia, están
entre las causas de ese crecimiento demográfico. Este aumento de la población
fuerte y sostenido explica el enorme crecimiento de las ciudades británicas a
lo largo de los siglos XVIII y XIX.
Las
transformaciones sociales: la sociedad en clases
Hasta el
siglo XVIII, la sociedad estaba dividida en estamentos, grupos prácticamente
cerrados a los que se accedía por nacimiento. A cada uno le correspondía
desempeñar un papel distinto en la sociedad: la defensa militar correspondía a
la aristocracia, la función espiritual, que incluía la cultura y la enseñanza,
era desempeñada por el clero, y la función de proporcionar la manutención,
derivada del trabajo, era atribuida al denominado tercer estado.
Las
sucesivas oleadas revolucionarias y los cambios económicos provocarán intensas
transformaciones. Las leyes particulares de cada estamento desaparecerán y, con
ellas, los estamentos, pues todos los individuos serán considerados iguales
ante la ley. Incluso ante la muerte: la Revolución Francesa difundió el sistema
de decapitación mediante la guillotina, que igualaba en el cadalso a reyes y
miserables, a aristócratas y plebeyos. Sin embargo, las diferencias de riqueza
se hicieron cada vez más acusadas. La sociedad quedó dividida en clases, y
mientras los grupos superiores se enriquecían considerablemente y llevaban una
vida de lujo, la mayoría de la población vivía en condiciones deplorables, en
el límite de la subsistencia. Entre ambos, un grupo, la clase media, atendía
negocios familiares en las ciudades o explotaciones propias en los campos. Así,
la nueva sociedad quedaba dividida en tres grandes grupos: clases superiores,
medias y bajas.
*Clases
superiores. Estaban formadas por dos grupos de distinto origen: la aristocracia
y la alta burguesía. La nobleza, aun perdiendo privilegios y derechos
señoriales, se había visto beneficiada por la consolidación y ampliación de sus
propiedades tras las desamortizaciones v cercamientos.
El término
burguesía aludía en esta época a los grupos dedicados a los negocios (finanzas,
comercio o industria), de los que eran propietarios total o parcialmente. A la
alta burguesía pertenecían los grandes banqueros, los constructores del
ferrocarril, los empresarios del sector textil, la minería o la siderurgia, los
propietarios de compañías navales y de astilleros, los especuladores
enriquecidos con la construcción inmobiliaria, etc. Entre aristócratas y
burgueses enriquecidos se fue produciendo un acercamiento, cada vez mayor,
intensificado por lazos familiares por vía matrimonial y la identificación
económica e ideológica: eran partidarios de la defensa de la propiedad, el
orden social, una moral conservadora de fundamento católico e, incluso,
llegaron a tener gustos y costumbres afines.
Aristocracia
y alta burguesía eran los únicos grupos que ejercían sus derechos de
participación política, exceptuando los cuadros militares superiores y las
profesiones liberales (catedráticos, médicos, abogados). Todos ellos componían
el bloque con el que se formaban los gobiernos y los restringidos parlamentos
del liberalismo moderado.
*Clases
medias. En ellas se incluyen los grupos de la llamada pequeña burguesía,
formada por tenderos y comerciantes, de telas y ultramarinos principalmente.
Estos últimos se sustituyeron al comercio artesanal de los talleres y la venta
ambulante. En las décadas finales de siglo aparecieron, en algunas grandes
ciudades como París, los primeros grandes almacenes, que pondrán en peligro la
continuidad de los pequeños tenderos. También se incluían en este grupo los
propietarios de negocios de tipo familiar, con un reducido número de
trabajadores, dedicados sobre todo a objetos de consumo, como pequeñas empresas
textiles, de calzado, confección, mueble o alimentarias.
Por su nivel
de renta, también deberían incluirse aquí las profesiones liberales y los
cargos militares de alto rango, salvo por la peculiaridad ya señalada: gozan de
derechos políticos en un sistema de sufragio restringido. En las zonas rurales,
corresponderían también a las clases medias los trabajadores que labran sus
propias tierras y que, ocasionalmente, emplean trabajadores agrícolas. A menudo
se trata de herederos que se hacen cargo de las tierras familiares mientras que
el resto de los hermanos busca trabajo en las ciudades.
*Clases
bajas. Los trabajadores constituían la mayor parte de la población, como había
sucedido siempre. La novedad fue, sin embargo, la aparición del proletariado,
constituido por los emigrantes rurales convertidos en obreros de las fábricas,
las minas o la construcción, y cuyo único sustento proviene de su fuerza de
trabajo, alquilada a cambio de un salario. La única seguridad para su futuro es
su prole, es decir, el número de hijos, muchos de los cuales trabajaban desde
cortas edades. Ante la precaria situación laboral, un accidente, un despido, el
cierre de la fábrica o la vejez, podían significar la ruina de las familias.
Las
condiciones de vida de los obreros
Precisamente
en algunas de estas ciudades el crecimiento rápido, desordenado y sin criterios
surgirán enormes suburbios superpoblados, sucios y conflictivos donde las
epidemias de tifus o cólera se convierten en algo habitual. Estos suburbios
surgían muchas veces en torno a una fábrica: estaban formados por los
barracones donde vivían los operarios de esa fábrica.
Sin entrar
en el conocido debate de si la industrialización mejoró o empeoró las
condiciones de vida de los trabajadores, si que puede intentarse describir las
situación en la que vivían estos obreros, que puede calificarse en general como
muy mala, así como sus condiciones laborales habría que describirlas como
espantosas: fábricas sucias, húmedas, oscuras, poco ventiladas y ruidosas
(condiciones causadas por la presencia en ellas de las máquinas de vapor y por
la nula preocupación de los patrones por las condiciones laborales de sus
empleados). En estas fábricas poco sanas y peligrosas era habitual que sus
obreros pasasen de doce a catorce horas diarias, trabajándose incluso sábados
en jornada completa, y domingos hasta mediodía. La concentración de obreros en
las fábricas es la que hace posible que estos trabajadores tomen conciencia de
su situación y vean que mediante acciones colectivas podrían tratar de mejorar
sus condiciones de vida. El sistema de fábricas se encuentra por tanto en el
origen del movimiento obrero.
La
industrialización impulsó también el trabajo de mujeres y niños de muy corta
edad, pues si antes en muchos oficios la fuerza del trabajador era un factor
clave, ahora la fuerza la realizan las máquinas. Los empresarios fomentaron el
trabajo infantil y femenino porque mujeres y niños recibían salarios dos y tres
veces inferiores a los de los hombres. Los niños fueron empleados en la
industria textil, en las minas, en la industria siderúrgica: durante el siglo
XVIII no hubo normas que regulasen el empleo infantil. De hecho, apenas se
detectan preocupaciones sociales durante la segunda mitad del siglo XVIII pues
estas condiciones se aceptan como normales. Ya en el siglo XIX investigaciones
parlamentarias, protestas sindicales o conocidos relatos como los de Dickens en
"Tiempos Difíciles", pusieron de manifiesto la dureza de la vida de
los obreros industriales.
ACTIVIDADES
- Nombre y explique las características de la revolución industrial
- Qué factores facilitan el proceso de Revolución Industria
- Cuáles son las características del Antiguo Régimen
- Que es una “sociedad estamental” y como se estructura. Expliqu
- Explique cómo funcionaba la economía en el antiguo régimen
- Qué importancia tuvieron los grandes descubrimientos geográficos para el mundo de esa época
- Que eran los “ Gremios” y por qué se prohibieron en os regímenes liberales
- Explique por qué la Revolución Industrial Habría comenzado en Inglaterra
- Que implicancias tuvo el desarrollo de los medios de transporte en el comercio de esa época
- Explique los cambios sociales ocurridos como consecuencia de la revolución Industrial
- Explique quienes eran los burgueses y que rol desempeñaron en la historia
- Describa las condiciones de vida de los obrero
- Desarrolle una conclusión sobre la revolución industrial y su importancia en la Historia Contemporánea
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